**************** [ La inspiración ] *****************


... Es interesante referir este recóndido sentimiento que se aparece cuando la pura iluminación hace su entrada. El mandamiento casi religioso de detener cualquier actividad a la que se esté abocado, deja pasar a través de quien configura cualquier producción, la inexplicable y caudalosa sensación de lo que proviene desde otro plano. El choque, que comienza a la altura del pecho (si se quisiera dar un perfil anatómico), acelera las palpitaciones y deja al escritor conocer, en breves instantes, una suerte de poder absoluto, una enorme facultad de conceder vida, existencia, forma, destino: la historia traza en el terreno de la imaginación sus laberintos, principios y finales, y es allí cuando se revela el particular misterio del roce de lo que será producido, traslúcido y sin ocultamientos ...

... Diario sensitivo de una lectura profunda ...

Sentada en algún escenario de aromas frescos, su alma encontraba altos recovecos cerca de aquellos árboles. El estado de confusión de los personajes la colocaba rápidamente en un extraño mimetismo, en un enjambre ajeno que la enredaba en lo más propio. Un desesperante estado de intriga y una profunda ansiedad después, le impedían detenerse. Pensar en el hecho de que otra lejana mente hubiera podido concebir tan extraños pasajes era tal vez lo que más la inquietaba. Esas líneas ya inventadas, ese libro ya hermético, la convertían sólo en una mirada del afuera. Sin embargo, una enorme sensación de fidelidad la invadía. Era entonces cuando lograba comunicaciones que sorteaban todo tiempo, todo espacio, desvanecidas en ocasiones por abruptas interrupciones accidentales o simplemente porque decidía dar fin a su actividad por un rato. Cada capítulo era el color de poder traslucir en otras vidas; era también el sabor de poder probarse en otras calles, en otros universos.
Luego, con algunas cortas palabras formaba una ventana; con las más largas dibujaba una puerta. Con los párrafos que no podía resumir, diseñaba las paredes y entonces, cuando ya estaba adentro de su mundo de infinitos trazos, se dedicaba a asegurar los techos, casi siempre con los títulos, porque eran más fuertes y duraderos. Así, se dedicaba cada día a construir la silueta literaria de lo que elegía como su casa: toda la seguridad que buscaba, el abrigo, la quietud y el consuelo eran el germen de lo que una letra le brindaba. Cuando una palabra le daba aliento porque lograba representarle una idea o resumirle un pensamiento, se apoderaba de ella una incontrolable pasión que la llevaba por recovecos tan candorosos que a veces se encontraba riendo o llorando sin explicación. El refugio de las palabras la alejaba de todo miedo, de toda sed. Su hogar, ese profundo y ancho lenguaje, era el exquisito modo que tenía de vivir, de elegir dejar de ser, y absorbiendo páginas como absorbía el aire, se iba dejando llamar por la casa-idioma que cada día la clamaba desde la misma sombra de las letras en la pared...